En el día a día de la atención odontológica es normal encontrarse con pacientes que tienen fobia o miedo a ser atendidos por un dentista. La realidad es que lo que estos pacientes temen y prefieren evitar es el dolor. Es importante entender que acudir al dentista no es sinónimo de dolor, es más bien una práctica que a corto, largo y mediano plazo ayuda a conseguir una correcta salud bucodental.

Las visitas periódicas al dentista previenen en su mayoría problemas bucodentales. La acumulación de sarro y otras bacterias dañan las encías, el hueso y los dientes, lo que el paciente nota por el dolor que generan en una fase más avanzada. La prevención es la mejor opción, asistiendo a revisiones y limpiezas dentales periódicas.

La atención odontológica es compleja, exigente y especializada. Existen tratamientos quirúrgicos y procedimientos más agresivos e invasivos, que requieren cuidados y recuperación más específicos. Estos tratamientos están indicados en su mayoría para afecciones que cursan con infecciones o patologías derivadas de la negligencia y la mala salud bucodental.

Aunque el sonido que producen las piezas dentales puede causar irritación, miedo y ansiedad, es importante saber que en la mayoría de los casos el uso de esta herramienta es siempre bajo anestesia, primero de forma tópica, seguida de anestesia local. De esta manera se evita el dolor, la incomodidad o la sensibilidad.

No hay que tenerle miedo al dentista. La solución está en la prevención de enfermedades bucales a través del cepillado dental y las visitas continuas al dentista.

Ricardo Burgos

Coordinador Dental